Tremendo macabro giro del destino cuando Gabo era una pluma que recreaba mundos vividos y nos los ofrecía para recorrerlos, como quien desplega un mapa de una región desconocida y guía al viajero. Prefiero imaginar ahora a Gabo, arrastrando sus pies cansados, con el traje marrón clarito con el que salió en su última aparición pública, y siendo recibido por todo el clan de los Buendía en Macondo. Allí le están recibiendo con una gran fiesta, alegres por la llegada del patriarca. Le han procurado una habitación pequeña pero ordenada, con un escritorio apoyado bajo una ventana que da a las montañas. Gabo no tardará en recuperar fuerzas y se pondrá a teclear, inclinado sobre la vieja máquina de escribir que llevaba de pueblo en pueblo en su juventud. Les contará historias de un país imaginado, de Colombia, y los Buendía las devorarán como nosotros hicimos con sus andanzas. Si alguien quiere encontrar a Gabo, que abra 'Cien años de Soledad' y se pierda en ese Macondo que todos podemos poblar. Gracias por tus mapas, Gabo, los seguiremos viajando.
¡Andad, pues! Andad y vivid con la única vida que puedo daros. Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seáis palpables; os vestirá, aunque sea de harapos, lo bastante para que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estrofa tejida con frases exquisitas, en la que os pudierais envolver con orgullo como en un manto de púrpura. (G.A. Béquer, Junio 1868)
sábado, 19 de abril de 2014
De la memoria y los mapas de Gabo
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