jueves, 1 de agosto de 2013

De telarañas narrativas... La Sombra del Viento

No me extraña que uno de los personajes de la novela La Sombra del Viento de Carlos Ruiz Zafón sea un auténtico fan de las arañas, y admire su capacidad para capturar a sus víctimas pacientemente por medio de sus interminables telas. Así me he sentido yo mientras leía el libro, como un bichito atrapado en la tela de araña que Zafón ya había tendido para que cayera irremisiblemente en su laberinto narrativo. Después del consecuente aturdimiento de estos días de lectura hipnótica, he tomado la suficiente distancia con la experiencia como para reconocer algunos puntos fuertes y otros débiles del libro.

Empecemos por lo bueno, y es que me ha dejado estupefacta la manera en la que el escritor se hace dueño de diferentes géneros y es capaz de mezclarlos a su antojo sin que resulten artificiales o extraños. Hay pasajes góticos, eróticos, misteriosos, románticos y pícaros, y en este 'patchwork' literario no se nota la puntada. Para poder hacer esto, Zafón se vale de un repertorio de personajes que le hacen juego en cada una de estas facetas, pero hay uno en concreto que se adueña de la narrativa, y que le roba el papel al protagonista (o al menos así me lo ha parecido a mí). Se trata del supuesto 'Fermín Romero de Torres', que ha sido el culpable de las carcajadas que me he echado libro en mano. La ironía de este personajillo enclenque y tierno es uno de los 'ganchos' que me ha animado a seguir leyendo (o el veneno de la araña, por seguir con la metáfora).

Como ocurre con todos los textos, siempre se pueden encontrar 'peros'. En este caso, la primera lectura del libro me ha dejado algo desencantada por la pérdida de fuerza del protagonista principal, Daniel Sempere. Su voz se va apagando progresivamente, hasta que llegamos a ese buen número de páginas en donde se va desmadejando la trama. Aquí el personaje toca fondo completamente, a mi modo de ver. También, el hecho de que se descubra 'el pastel' mediante la narración y no la acción me ha parecido muy curioso. El año pasado mi profesora de escritura de novelas me decía que no era bueno descubrir el quid de la historia contándola simplemente, que había que trabajar la acción... Pues bien, éste es un buen ejemplo de lo que ella me decía que no hiciera, pero ya se sabe que 'para gustos los colores'. De todos modos, sí que es cierto que esa parte del libro se hace densa. Afortunadamente, los capítulos finales aligeran esa sensación.

¿He pellizcado alguna esquina? Pues he de decir que el libro no es mío, así que no lo he hecho por respeto, pero de haberlo podido hacer, sólo habría pellizcado dos o tres páginas. De hecho, tengo apuntadas en mi cuaderno azul algunas frases que me han gustado y me han dado que pensar, en especial ésta "(...) un relato era una carta que el autor se escribe a sí mismo para contarse cosas que de otro modo no podría averiguar" (527). ¿Qué cosas cuenta Zafón que le desenmascaran? ¿Cuáles cuento yo que me ayudan a reescribirme? Como decía Gabriel García Márquez, vivimos la vida para contarla. La re-narramos, reconstruimos y relatamos. Al final lo vivido no es lo que experimentamos, sino los retazos que recuperamos y reinventamos.¡Paradojas de la memoria!

Los laberintos narrativos nos pueden atrapar como una telaraña.
Imagen extraída de Wikipedia.

2 comentarios:

  1. Intenté un par de veces leerme "La sombra del viento", pues fue el regalo de alguien muy querido, y no pude.
    Me cuesta mucho mantener la concentración y en cierta parte de este libro la lectura se hace muy densa y no consiguió atraparme para continuar con la lectura.
    Por ese motivo, ahora estoy leyendo los cuentos de Isaac Asimov. Cortos, interesantes y de mi género favorito.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta La Sombra del Viento. Es muy raro que lea un libro más de una vez, creo que hay poco tiempo para lo mucho que hay que leer... Pero una única lectura no me bastó para disfrutarlo como merecía.

    ResponderEliminar